Luis Pásara
En los años noventa fui invitado a participar en la capacitación de jueces latinoamericanos en materia de derechos humanos. La tarea emprendida entonces por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos comenzó en los países de Centroamérica y luego se extendió a algunos otros de la región. En todos los casos, los jueces que asistían a conferencias y talleres no tenían idea de la existencia de tratados y convenciones que habían sido ratificados por sus países y que, dadas las normas de las respectivas constituciones, tenían fuerza obligatoria en el derecho interno. No solo había desconocimiento sino una auténtica perplejidad ante lo que para ellos constituía un descubrimiento. Sigue leyendo